Relatos ordinarios
Marvin Santiago
Vásquez Editores, 2019
El uso de la palabra novel en literatura —y en las artes en general— es casi perfecta. Es un adjetivo claro y directo: “Que comienza a practicar un arte o una profesión, o tiene poca experiencia en ellos.” Está por completo desligada a la edad de quien escribe, no importa si tiene veinte años como si tiene setenta, si los dos apenas inician el camino de la escritura, tendrán el mismo calificativo. Claro, los cincuenta años de diferencia deberían brindar al setentón una mirada diferente de su entorno, y por ende una mayor habilidad para construir personajes o para describir situaciones; aunque esto no sea garantía de una buena escritura.
Marvin Santiago es un joven y novel autor. Joven porque solo tendría veintiún o veintidós años cuando publicó Relatos ordinarios, sin contar con la posibilidad de que algunos de los relatos que componen el libro hayan sido escritos con menor edad. El lector no debe olvidar que la escritura es un proceso, y ningún autor se levanta un día y escribe de tirón un libro, y aunque lo haga, luego vendría el proceso de corrección y edición, que suele tardar por lo menos meses, cuando no, años.
La también joven Vásquez Editores es la causante de que el lector conozca esta colección de cuentos urbanos. Todos ocurren en una Medellín transitada a pie, en taxi, en metro o en bus. Son narraciones cortas que invitan al lector a adentrarse en la ciudad y en la vida de algunos de sus habitantes. Es un error creer que quien vive en una ciudad la conoce, la mayoría de los habitantes efectúan recorridos similares todos los días de su vida hasta el punto de sorprenderse cuando cambian su ruta o algún evento particular los guía por calles y barrios desconocidos. Los narradores y personajes de Relatos ordinarios habitan una Medellín céntrica, la periferia está casi descartada en este libro, lo que permite una nueva forma de habitar las calles más tradicionales de la ciudad.
En este sentido, el libro se puede leer cuento a cuento dejando entre ellos un espacio de tiempo, así sería como hacer un recorrido diferente cada día, como quien visita un museo y sabe que necesitará más de un día para contemplar los detalles; o bien puede hacer un tour de una sola jornada por la ciudad, en este caso no se dará el tiempo de contemplarla, sino que la recorrerá con rapidez, pero guiado por narradores que le mostrarán algunos de los detalles más particulares, así como quien habla con afán de un amor confeso y se sabe no correspondido.
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